1. Abismo, en griego como en latín, significa sin fondo, y designa el mundo de las profundidades o de las alturas indefinidas. El equivalente galés del sid irlandés es, en los textos medievales tanto como los apócrifos, annwn o annwfn; el aspecto maravilloso del Otro Mundo ha desaparecido y ya no guarda más que el sentido general de infierno. Se ciñe, en los textos apócrifos, a designar y simbolizar globalmente los estados informales de la existencia. Es adecuado tanto para el caos tenebroso de los orígenes como para las tinieblas infernales de los últimos días. Sobre el plano psicológico, igualmente, corresponde tanto a la indeterminación de la infancia como a la indiferenciación del final, descomposición de la persona. Pero puede también indicar la integración suprema en la unión mística. La vertical no se contenta con hundirse, se eleva: un abismo de las alturas se revela como de las profundidades; un abismo de felicidad y de luz, como de desgracia y de tinieblas. Pero el sentido de la elevación ha aparecido posteriormente al del descenso.

2. En la tradición sumeria, la morada del señor del mundo flota sobre el abismo:

El Señor del abismo, el amo, Enki,

Enki, el señor que decide destinos.

Se ha construido su templo, todo de metal y piedras raras,

De metal y piedras raras donde el sol destella

Se ha instalado para siempre un templo sobre el abismo.

…Oh templo, cuyo recinto encierra el abismo.

 

Entre los akkadios, es Tiamat quien coloca monstruos a la entrada del abismo:

La madre Abismo que forma todas las cosas

Hizo además armas irresistibles:

Dio a luz serpientes monstruosas, de diente agudo, de mandíbulas despiadadas.

De veneno en vez de sangre, llenó sus cuerpos.

Revistió de espanto dragones furiosos

Y cargándolos de resplandor sobrenatural, los volvió como dioses.

 

3.  En la Biblia también, el abismo será algunas veces concebido como un monstruo. Pero en el Salmo 104, el abismo se compara a una vestidura que envuelve la tierra, mientras que Yahvéh está «cubierto de luz como por un manto»:

Tú despliegas los cielos como tienda.

Tú edificas sobre las aguas tus altos aposentos

Haciendo de las nubes tu carro.

Tú avanzas sobre las alas del viento;

Tú tomas los vientos por mensajeros.

Por siervo un fuego de llamas.

Tú pones la tierra sobre sus bases.

Inconmovible por los siglos de los siglos.

Del abismo como vestido la cubriste.

Sobre las montañas se tenían las aguas…

El abismo interviene en todas las cosmogonías, como la génesis y el término de la evolución universal. Éste, como los monstruos mitológicos, traga los seres para escupirlos transformados.

4. C.G. Jung incorporará este símbolo al arquetipo maternal, imagen de la madre «cariñosa y terrible». En los sueños, fascinante o espantoso, el abismo evocará el inmenso y poderoso inconsciente; aparecerá como una invitación a explorar las profundidades del alma, para liberar los fantasmas o deshacer las ataduras.