El simbolismo de la hoja de acanto, muy utilizado en decoraciones antiguas y medievales, deriva esencialmente de las espinas de esta planta.

Orna los capiteles corintios, los carros funerarios, la vestimenta de los grandes hombres, porque los arquitectos, los difuntos, los héroes han triunfado sobre las dificultades de su labor. Como de toda espina, se hace también el símbolo de la tierra no cultivada, de la virginidad; lo que significa también otra clase de triunfo.

Aquello que está adornado con esta hoja ha vencido la maldición bíblica: «El suelo producirá para ti espinas y cardos» (Génesis 3,18), en el sentido de que la prueba se transforma en gloria.