Los Triunfos llevan números romanos para evitar confundirlos con los números arábigos de los Sephiroth. El que estos números vayan de 0 a XXI ha desconcertado a los escritores tradicionales sobre el Tarot. Ellos parecen haber creído que sería acertado suponer que el 0 era el Loco, pues éste era un cero a la izquierda, alguien que no servía para nada. Supusieron esto simplemente porque desconocían la doctrina secreta del Cero Qabalístico. Desconocían la Matemática Elemental. No sabían que los matemáticos inician la escala decimal con el Cero.

Para dejar bien claro a los iniciados que ellos no comprendían el significado de la carta titulada El Loco, la colocaron entre las cartas XX y XXI, cosa que a la imaginación humana le resulta imposible entender. Consiguientemente, atribuyeron la carta número 1, el Prestidigitador, a la letra Aleph. De esta manera simple pero ingeniosa falsearon la atribución de todas las cartas excepto la XXI, El Universo.

Entretanto, la atribución correcta se mantenía bien custodiada en el Santuario; sólo se hizo pública cuando el texto secreto confiado a los miembros del Grado de Practicus de la Orden Hermética de la Golden Dawn fue publicado a resultas de la catástrofe que afectó a la rama inglesa de la Orden el 1899 y 1900, e.v., y de la reconstrucción de toda la Orden en marzo y abril de 1904, e.v. Colocando la carta número 0 en su lugar correcto, donde la hubiera colocado cualquier matemático, las atribuciones adquieren un orden lógico que se ve confirmado por todo tipo de investigación.

Había, sin embargo, un problema en la serie. La carta llamada Ajuste lleva el número VIII. Y la carta que llamamos Lascivia lleva el número XI. Al mantener la secuencia natural. Lascivia tiene que atribuirse a Libra, y Ajuste a Leo. Esto es evidentemente erróneo, pues la carta llamada Ajuste muestra claramente a una mujer con espada y balanza, mientras que la carta titulada Lascivia muestra a una mujer y un León.

Era completamente imposible comprender por qué no se produjo esta inversión hasta los acontecimientos de marzo y abril de 1904, de los cuales se hace un informe detallado en «El Equinoccio de los Dioses». Aquí no tenemos más que hacer una cita: «Todas estas viejas letras de mi Libro son correctas; pero V no es la Estrella». (AL I, 57.) Esto confundía aún más las cosas. Estaba claro que la atribución de «La Estrella» a la letra Tzaddi no era satisfactoria; y se planteó la cuestión de encontrar otra carta que ocupara su lugar. La cantidad de trabajo que para ello se llevó a cabo fue increíble; trabajo en vano. La solución llegó después de casi veinte años.

La Estrella representa a Nuit, los cielos estrellados. «Yo soy Espacio Infinito, y sus Estrellas Infinitas.» (AL I, 22.) Ella aparece representada con dos vasijas; una deja caer agua, un símbolo de la Luz, sobre ella misma; la otra, sobre la tierra. Este es un símbolo de la Economía del Universo. Este emite constamente energía y constantemente la reabsorbe. Esta es la realización del Movimiento Perpetuo, que nunca es verdadero respecto a la parte, pero necesariamente cierto respecto al todo. Pues, si no fuera así, habría algo que desaparecería en la nada, lo cual es matemáticamente absurdo. El principio de Carnot (la Segunda Ley de Termodinámica) sólo es verdadero en Ecuaciones finitas.

La carta que hay que cambiar con «La Estrella» es «El Emperador», el cual lleva el número IV, que significa Poder, Autoridad, ley, y está atribuido al signo Aries. Esto resulta muy satisfactorio. Pero se hizo infinitamente más satisfactorio tan pronto como se vio que esta sustitución aclaraba el otro misterio sobre Fuerza y Justicia.

Pues por este cambio, Leo y Libra aparecen como si giraran alrededor de Virgo, el sexto signo del Zodíaco, el cual equilibra la revolución de Aries y Acuario alrededor de Piscis, el signo duodécimo. Esto constituye una referencia a un secreto particular de los antiguos que fue estudiado muy en profundidad por Godfrey Higgins y otros de su escuela. Aquí no es necesario extendernos más en el tema. El diagrama que se adjunta deja suficientemente clara esta argumentación. Por primera vez, veremos ahora de un vistazo que hay una simetría perfecta en el Tarot.

El acierto del cambio es evidente cuando examinamos la etimología. Es lógico que la Gran Madre esté atribuida a Hé, que es la letra que le corresponde en el Tetragrammaton, mientras que la letra Tzaddi es la letra lógica del Emperador en el sistema fonético original, como lo demuestran las palabras Tsar, Czar, Kaiser, Caesar, Sénior, Seigneur, Señor, Signor, Sir.